Todos quienes hacemos Abrazos de Esperanzas hemos enfrentado la muerte de uno o varios hijos.
No hablamos desde la teoría, sino desde la vivencia más íntima. Por eso entendemos el lenguaje del silencio, la rabia que duele, el miedo a olvidar, la necesidad de recordar, y el deseo profundo de seguir amando más allá de la muerte.
Sabemos lo que significa perder un hijo. Y también sabemos que el amor incondicional, transforma el dolor en amor.